Hace unos años me llamó un amigo mío diciéndome que se iba a la India y me sugirió ir de viaje con él. Su plan era visitar varios lugares donde poder meditar y, por cierto, quería visitar la parte norte de la India, Nepal y Bangladesh.
Inmediatamente me gustó la idea, pregunté: ¿cuándo y cuánto nos costará? El tiempo y el costo del viaje fue asequible. En una semana teníamos boletos comprados y tramitamos la visa. Creo que fue entonces cuando comenzó el punto de inflexión en mi vida.
India es un país que o lo amas o lo odias, me enamoré a primera vista. Se me abrió un mundo nuevo que no había conocido antes, las calles estaban llenas de gente, todo tipo de sonidos, y todo tipo de olores que eran completamente nuevos para mí. Fue un choque a los sentidos, lo podía comparar como un choque con una realidad diferente, que era diferente a la que había vivido hasta ahora.
En Delhi vi a muchas personas sin hogar viviendo en la calle, no tenían nada y sus rostros estaban llenos de serenidad. Sus sonrisas eran genuinas y llenas de alegría. Empecé a preguntarme dónde está el secreto de esta felicidad, dónde buscarla… India tiene una energía increíble, la vibración de este país tiene un efecto de limpieza en la gente, así fue conmigo. Me sentí muy bien en este país, estaba en el lugar correcto para comenzar a explorar mi propia alma.
Fuimos al lugar donde Buda obtuvo la iluminación. El templo de Bodh Gaya es uno de los lugares más visitados por los budistas. Turistas de todo el mundo vienen aquí a meditar. Crucé el umbral de este lugar y me sentí tan bien que quise quedarme allí. Un amigo y yo pasamos casi una semana meditando en el templo.
La meditación te permite observar los pensamientos, la práctica regular te permite estar más atento y captar el momento mágico de la vida «el aquí y el ahora».
Los invito a un viaje de meditación, donde les contaré sobre la vida en India, Bangladesh y Nepal. Juntos recorreremos lugares únicos para sentir lo que es la meditación.